domingo, julio 11

El borrador de mi nuevo cuento

Aún no tiene título, pero aquí se los entrego.

Díganme que les parece, ya sea por aquí, por face o por msn!! :D Espero sus opiniones pronto


 


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"Señor, no se preocupe, comprobará usted mismo que es de lo mejor. Aunque el golpe la siguiente vez sea directo, no se romperá, se lo garantizo" dijo el empleado de la agencia al padre. Él, jamás imaginó que lo constataría, un mes después de que su hijo quebrara entero el parabrisas frontal, de su recién adquirido Mustang.

El niño, se encontraba practicando para su próximo partido de softball, a los que su padre nunca pudo asistir debido a su trabajo. Estaba practicando las bolas rápidas, cuando un abanique demasiado fuerte lanzó el bate de sus manos, en dirección diagonal al parabrisas del nuevo Mustang, fruto de las ausencias de su padre, lo que sería, traducido, el fruto de su trabajo.

Fue tal el estruendo, que el niño confundió el estallido del cristal, con una bomba de aplausos, celebrando el jonrón que había anotado si se hubiera encontrado en el campo. Para el padre al contrario, el ruido de los cristales le pareció similar a lo que su sueño en ese momento le sucedía.

No hubo castigo más duro para el niño en todos sus 4 años de existencia. El padre tuvo que llevar al auto a la agencia, entregárselo a los técnicos, enterarse de los 10,000 que tendría que desembolsar para colocarle uno nuevo, obviamente, garantizado como el mejor de ellos.

Y lo constató, el domingo en que decidió salir con su esposa e hijo al rancho de su familia.

El día era fresco, el sol brillaba ambarino en el cielo, en el aire no había humedad, en la cartera dinero y en la cochera, el Mustang otra vez como nuevo.

Rectas, curvas, subidas, bajadas, todo por igual era tomado más allá del límite de velocidad. Mano izquierda saboreando el aire por la ventana, mano derecha en el volante y la palanca. Su mujer, en el asiento del copiloto, no sabía dónde colocar las manos, si en el asiento, si en el rosario o dirigirlas al cielo como si estuviera orando. Estaba petrificada. Y el niño, tranquilo y divertido, jugando a desabrocharse los cinturones que le habían colocado.

Una abrupta curva, 150 kilómetros por hora, 3 segundos de reacción retardada, un autobús de pasajeros fueron las causas del desastre.

Las consecuencias habrían sido peores que las costillas rotas, el cuello y cráneo fracturado del padre, la conmoción cerebral y pérdida de conciencia de la madre. Sí, las consecuencias podrían haber sido peores, ya que al impacto, el niño sin cinturones por el juego, salió volando de su asiento por la inercia, y en ese momento, quizás, lo estaríamos viendo sobre lo que quedó del capó y los vidrios del auto frente al autobús, en lugar de encontrarnos viendo el parabrisas intacto y completamente recubierto por dentro por lo que podría decirse pareciera el vomito de la cena de un italiano común y corriente.

Después de todo, el empleado de la agencia cumplió su palabra. Aunque el golpe fue directo, el parabrisas no fue quebrado. ≤